El agua que proviene de la naturaleza contiene determinados componentes que en cantidades elevadas resultadas perjudiciales para la salud y generan problemas de funcionamiento en las instalaciones.
Uno de los componentes más conocidos es el calcio (la cal). Y es que la cal es uno de los mayores enemigos de las tuberías y de cualquier dispositivo por el que circule agua.
Como actúa de una forma silenciosa y poco a poco, cuando nos queremos dar cuenta nos encontramos con esa caldera o ese termo que apenas tiene un par de años, de repente se estropea y deja de funcionar.
Sin embargo, la cal es también un «vampiro energético» que nos hace perder energía y nos engorda la factura mensual de electricidad.
La razón está en que las capas de cal que se acumulan en las tuberías actúan de aislante térmico. Fijaros en esta tabla, seguro que os sorprende:
Instalar un descalcificador se convierte en una inversión que se amortiza desde el primer momento ya que tiene una relación directa con el ahorro. Sobre todo en aquellas zonas en las que el agua es dura o muy dura y se disponen de sistemas de calefacción basados en radiadores de agua y de equipos de producción de ACS.
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La cal y el coste energético